¿Se puede amar a
alguien que se odia?
Quentin Tarantino presenta
en su película Kill Bill Vol. 2 (2004) la continuación de la historia de Uma
Thruman en su búsqueda de venganza sobre Bill. Y he aquí que al ver esta
segunda entrega vemos un enfoque diferente a la primera película, dando más
peso a los diálogos y al desarrollo de los eventos, pero con la misma estética
y fotografía atrayente que convierte a esta película en una obra maestra.
En este filme por fin conocemos a Bill, el centro del argumento y el
antagonista final, protagonizado por David Carradine nos muestre un personaje
frío y obsesionado capaz de matar por lo que quiere, y así con un flashback de
la masacre donde Uma Thruman estuvo a punto de morir inicia la continuación de
esta historia.
Nuevamente Tarantino (como
en la primera película) hace homenaje a varias citas del cine como: spaghetti
western, películas asiáticas, cómic y cine clásico, acompañada de su siempre
acertada mezcla sonora que da dinamismo y sentido a las escenas de esta
película.
La necesidad de este
director de llamar la atención se refleja aquí, al comparar las dos películas
parece mentira que fueran concebidas como un mismo filme, la diferencia de
violencia y acción de la primera
película, con los diálogos existenciales y el contraste de personajes con las
que la protagonista se ve involucrada, consiguen el objetivo de Tarantino de
atraer la atención de los cinéfilos acostumbrados al buen cine.
Y hablando de personajes,
Budd (Michael Madsen) primero en la lista de objetivos de esta película (y
tercero en la historia), después de haberlo visto en entregas de Tarantino como
Reservoir Dogs (en su papel de psicópata), es descrito como un asesino
arrepentido de su pasado que no puede dejar de asesinar, aunque en su intento
fallido de asesinar a Uma Thruman resulta en un trágico final para él.
De igual forma Elle Driver
(Daryl Hannah), también presente en otros filmes de Tarantino (Reservoir Dogs y
Pulp Fiction) y después de su esporádica y casi mortal aparición en la primera
parte, se encuentra con la protagonista en una curiosa escena de contraste: una
casa rodante en la mitad del desierto en una pelea de katanas, evadiendo
culebras y luchando por el amor de Bill.
Y como olvidarnos del
maestro de Uma Thruman, una versión más antisocial y sádica del profesor Miyagi
(Karate Kid), quien odia enseñar de igual forma que odia las armas, pero que al
final enseña a su discípula la forma más eficiente e inesperada de deshacerse
de Bill.
Al final, y con un
giro inesperado de eventos, Tarantino da fin a esta historia de acción y
venganza, de amor y odio, de fotografía excelente y estilo impecable, que
refleja los contrastes de la personalidad y los gustos del director uniendo
todo esto en un historia épica que se ve, se recuerda y se cuenta.
Por: Daniel González Moreno
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