lunes, 25 de noviembre de 2013

Kill Bill Vol. 2


¿Se puede amar a alguien que se odia?


Quentin Tarantino presenta en su película Kill Bill Vol. 2 (2004) la continuación de la historia de Uma Thruman en su búsqueda de venganza sobre Bill. Y he aquí que al ver esta segunda entrega vemos un enfoque diferente a la primera película, dando más peso a los diálogos y al desarrollo de los eventos, pero con la misma estética y fotografía atrayente que convierte a esta película en una obra maestra.

En este filme por fin conocemos a Bill, el centro del argumento y el antagonista final, protagonizado por David Carradine nos muestre un personaje frío y obsesionado capaz de matar por lo que quiere, y así con un flashback de la masacre donde Uma Thruman estuvo a punto de morir inicia la continuación de esta historia.

Nuevamente Tarantino (como en la primera película) hace homenaje a varias citas del cine como: spaghetti western, películas asiáticas, cómic y cine clásico, acompañada de su siempre acertada mezcla sonora que da dinamismo y sentido a las escenas de esta película.

La necesidad de este director de llamar la atención se refleja aquí, al comparar las dos películas parece mentira que fueran concebidas como un mismo filme, la diferencia de violencia y acción de  la primera película, con los diálogos existenciales y el contraste de personajes con las que la protagonista se ve involucrada, consiguen el objetivo de Tarantino de atraer la atención de los cinéfilos acostumbrados al buen cine.

Y hablando de personajes, Budd (Michael Madsen) primero en la lista de objetivos de esta película (y tercero en la historia), después de haberlo visto en entregas de Tarantino como Reservoir Dogs (en su papel de psicópata), es descrito como un asesino arrepentido de su pasado que no puede dejar de asesinar, aunque en su intento fallido de asesinar a Uma Thruman resulta en un trágico final para él.

De igual forma Elle Driver (Daryl Hannah), también presente en otros filmes de Tarantino (Reservoir Dogs y Pulp Fiction) y después de su esporádica y casi mortal aparición en la primera parte, se encuentra con la protagonista en una curiosa escena de contraste: una casa rodante en la mitad del desierto en una pelea de katanas, evadiendo culebras y luchando por el amor de Bill.

Y como olvidarnos del maestro de Uma Thruman, una versión más antisocial y sádica del profesor Miyagi (Karate Kid), quien odia enseñar de igual forma que odia las armas, pero que al final enseña a su discípula la forma más eficiente e inesperada de deshacerse de Bill.

Al final, y con un giro inesperado de eventos, Tarantino da fin a esta historia de acción y venganza, de amor y odio, de fotografía excelente y estilo impecable, que refleja los contrastes de la personalidad y los gustos del director uniendo todo esto en un historia épica que se ve, se recuerda y se cuenta.


Por: Daniel González Moreno

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